viernes, 28 de septiembre de 2018

Introducción a los Trastornos del espectro autista (TEA)

Aunque como veremos a continuación la concepción sobre el autismo ha ido avanzando y se han formulado teorías sólidas, y ya no solo basadas en la mera observación de casos, aún nos queda mucho por hacer y por aprender para lograr la verdadera inclusión de estos niños en la educación. Es mucha la fascinación que el autismo y sus teorías suscitan aun hoy en día, suponiendo un reto y un desafío a los profesionales de la salud y de la educación que buscan la comprensión de la mente autista y sus peculiaridades.

 En los últimos años se ha observado un aumento de los casos de autismo detectados y diagnosticados, quizás debido a la mayor participación y conocimiento de todos los profesionales implicados o a la mayor precisión de los procedimientos e instrumentos diagnósticos o a un aumento real de este tipo de trastornos (Confederación Autismo España, 2018). Las cifras apuntan a que en Europa 1 de cada 100 niños nacidos tiene autismo (Autism- Europeaisbl, 2015) y en estudios recientes realizados en Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en 2012 señalaban que 1 de cada 88 nacidos es diagnosticado de Trastorno del Espectro Autista. Por otra parte, ya no parece un diagnóstico más propio de varones, aumentando los diagnósticos en niñas y mujeres en los últimos años (National Association of Special Educational Needs, 2016; citado en Confederación Autismo España, 2018).

Aún en la actualidad no existe unanimidad respecto al profesional encargado de realizar el diagnóstico de autismo, existiendo quienes consideran que dicho diagnóstico debe ser formulado por un médico o pediatra frente a los que consideran más apropiado que sea un psicólogo o un psicopedagogo. Lo que sí que resulta obvio es que tanto los docentes como los profesionales de la educación deben tener claros cuáles son sus síntomas y estar atentos a las señales más comunes para poder detectarlo lo antes posible a través del lenguaje, juego y pensamiento, tanto en el aspecto relacional como en el proceso simbólico (Klein, citado por Viloca, 2012). El diagnóstico se suele hacer de manera multidiciplinar, mediante instrumentos específicos y a partir de los 3 años de edad, aunque se puede hacer desde los 18 meses (Matson, Boisjoli, Hess&Wilkins; citado por JodraChuan, 2015).


            En este sentido, siguiendo el trabajo realizado por Viloca (2012), podemos resumir en la siguiente tabla los síntomas autistas comunes:

Síntomas del Autismo. Fuente: Viloca, 2012, p.33.
SÍNTOMAS AUTISTAS COMUNES
1. Alteración de la interrelación.
Desconexión.
Ve, pero no mira.
No hay motivación en conocer ni explorar el medio.
Tendencia a la autoestimulación de sensaciones en lugar de establecer una relación.
No utiliza las manos, ni para dar ni para recibir.
No hace gestos anticipatorios que comuniquen una demanda de relación.
No existe sonrisa comunicativa.
Hacen una acción sin mirar a la madre, sin compartir con ella el placer: no intersubjetividad.
Deambula sin intencionalidad.
Maniobras que ponen de manifiesto su estado de indiferenciación con el entorno: coge la mano del adulto y le hace coger objetos.
Oye, pero no atiende, ni se gira si se le llama por su nombre.
2. Apariencia de felicidad, de no frustración.
3. Fijación en los movimientos repetitivos o estereotipados.
4. Resistencia los cambios. Tendencia a repetir las situaciones, a la invariancia: intolerancia frente a lo desconocido o nuevo.
5. Alteración en la manipulación de los objetos. No juego simbólico.
6. Acciones que externalizan su estado mental: ansiedades.
7. Memoria perceptiva o fotográfica.
8. Inestabilidad a dolor físico.
9. Conductas agresivas y autoagresión.
10. Trastornos de la alimentación y del sueño.
11. Ausencia de lenguaje o lenguaje muy alterado.

Por otra parte, nos parece importante mencionar las dos clasificaciones diagnósticas oficiales en salud mental, la de la Organización Mundial de la salud (CIE) y la de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), en la que también podremos comprobar la evolución del término autismo en los últimos años.

 La Organización Mundial de la Salud, 1992, en su décima edición de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud (CIE-10), establece bajo el epígrafe: F84 Trastornos Generalizados del Desarrollo, la siguiente clasificación diagnóstica:
            F84.0 Autismo infantil.
            F84.1 Autismo atípico.
            F84.11 Atipicidad sintomática.
            F84.2 Síndrome de Rett.
            F84.5 Síndrome de Asperger.

La Asociación Americana de Psiquiatría (APA), el DSM-5 (American PsychiatricAssociation, 2013), guía de consulta de los criterios diagnósticos establece los siguientes criterios para el Trastorno del espectro autista 299.00(F84.0):
A. Deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en diversos contextos, manifestado por todo lo siguiente, actualmente o por los antecedentes (los ejemplos son ilustrativos, pero no exhaustivos):
·         Las deficiencias en la reciprocidad socioemocional, varía, por ejemplo, desde un acercamiento social anormal y fracaso de la conversación normal en ambos sentidos, pasando por la disminución en intereses, emociones o afectos compartidos, hasta el fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales.
·         Las deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social, varían, por ejemplo, desde una comunicación verbal y no verbal poco integrada, pasando por anomalías del contacto visual y del lenguaje corporal o deficiencias de la comprensión y el uso de gestos, hasta una falta total de expresión facial y de comunicación no verbal.
·         Las deficiencias en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones, varían, por ejemplo, desde dificultades para ajustar el comportamiento en diversos contextos sociales, pasando por dificultades para compartir juegos imaginativos o para hacer amigos, hasta la ausencia de interés por las personas.

Especificar la gravedad actual:
            La gravedad se basa en deterioros de la comunicación social y en patrones de        comportamiento restringidos y repetitivos (véase la Tabla 7).

B. Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, que se manifiestan en dos o más de los siguientes puntos, actualmente o por los antecedentes (los ejemplos son ilustrativos, pero no exhaustivos):
·         1. Movimientos, utilización de objetos o habla estereotipados o repetitivos (por ejemplo, estereotipias motoras simples, alineación de los juguetes o cambio de lugar de los objetos, ecolalia, frases idiodincrásicas).
·          2.Insistencia en la monotonía, excesiva inflexibilidad de rutina o patrones ritualizados de comportamiento verbal o no verbal (por ejemplo, gran angustia frente a cambios pequeños, dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales de saludo, necesidad de tomar el mismo camino o de comer los mismos alimentos cada día).
·         3.Intereses muy restringidos y fijos que son anormales en cuanto a su intensidad o foco de interés (por ejemplo, fuerte apego o preocupación por objetos inusuales, intereses excesivamente circunscritos o perseverantes).
·         4.Hiper- o hiporreactividad a los estímulos sensoriales o interés inhabitual por aspectos sensoriales del entorno (por ejemplo, indiferencia aparente al dolor/ temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas específicos, olfateo o palpación excesiva de objetos, fascinación visual por las luces o el movimiento).

Especificar la gravedad actual:
            La gravedad se basa en deterioros de la comunicación social y en patrones de comportamiento restringidos y repetitivos (véase la Tabla 7).

C. Los síntomas deben estar presentes en las primeras fases del período de desarrollo (pero pueden no manifestarse totalmente hasta que la demanda social supera las capacidades limitadas, o pueden estar enmascarados por estrategias aprendidas en fases posteriores de la vida).

D. Los síntomas causan un deterioro clínicamente significativo en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento habitual.

E. Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo intelectual) o por el retraso global del desarrollo. La discapacidad intelectual y el trastorno del espectro autista con frecuencia coinciden; para hacer diagnósticos de comorbilidades de un trastorno del espectro autista y discapacidad intelectual, la comunicación social ha de estar por debajo de lo previsto para el nivel general de desarrollo.

Nota: A los pacientes con un diagnóstico bien establecido según el DSM-IV de trastorno autista, enfermedad de Asperger o trastorno generalizado del desarrollo no especificado de otro modo, se les aplicará el diagnóstico de trastorno del espectro autista. Los pacientes con deficiencias notables de la comunicación social, pero cuyos síntomas no cumplan los criterios del trastorno del espectro autista, deben ser evaluados para diagnosticar el trastorno de la comunicación social (pragmática).

Especificar si:
            Con o sin déficit intelectual acompañante
            Con o sin deterioro del lenguaje acompañante
            Asociado a una afección médica o genética, o a un factor ambiental conocido (Nota de codificación: Utilizar un código adicional para identificar la afección médica o genética asociada).
            Asociado a otro trastorno del neurodesarrollo, mental o del comportamiento (Nota de codificación: Utilizar un código(s) adicional(es) para identificar el trastorno(s) neurodesarrollo, mental o del comportamiento asociado[s]).
         Con catatonía (Nota de codificación: Utilizar el código adicional 293.89 [F06.1] catatonía asociada a trastorno del espectro autista para indicar la presencia de catatonía concurrente).


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