viernes, 14 de septiembre de 2018

Evolución del Autismo: segunda y tercera época

Respecto a la segunda época del autismo, se podría decir que el inicio viene marcado por el Primer Congreso Mundial de Psiquiatría en París (1950), en el que las 29 naciones presentes manifestaron la necesidad de un sistema de clasificación diagnóstica que englobara los diferentes trastornos. En la actualidad existen dos clasificaciones diagnósticas de Salud Mental, la de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) que a través de sus Diagnostic and Statistical Manual of Disorders en sus sucesivas ediciones, establece su clasificación, y la de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de la International Classification of Disease, ambas basadas en la clasificación sistemática y estandarizada de las patologías mentales.

 A pesar que durante estos años van surgiendo las primeras clasificaciones, no es hasta 1980, con el DSM-III, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, 1980) donde aparece el autismo como diagnóstico específico. La definición que se recoge viene influenciada por los trabajos de Michael Rutter (1978) que plantea su propia semiología y subraya "que la alteración social y comunicativa que presentan estos niños con autismo es específica y no se explica por la presencia de la discapacidad intelectual que generalmente le acompaña" (Palomo, 2017).

Durante estos años (1963-1983) cambia el paradigma de estudio sobre el autismo los modelos explicativos comienzan a orientar sus hipótesis hacia su origen en alguna perturbación de tipo cognitivo. Si bien no se consiguió saber cuál era esa alteración, si se realizaron investigaciones más rigurosas y no solo basadas en la observación de casos y se consiguieron importantes avances en el tratamiento del autismo a través de la educación. Como indica Rivière (2001) son fundamentales dos hitos: "la utilidad de los métodos operantes de modificación de conducta para el tratamiento del autismo" demostrada por Ferster y De Myer (1961) y la creación en 1962 de la primera asociación de padres de niños autistas, La National Society for Autistic Children en Reino Unido.

Autores como Rimland (1964), psicólogo y padre de un menor autista, comienzan a apuntar que el autismo no tenía relación con los vínculos familiares y afectivos, tratándose de una patología neurobiológica. Tras la publicación de su libro "El autismo infantil: El síndrome y sus implicaciones para una teoría neural de la conducta", Kanner rectifica su teoría inicial en "En defensa de las madres" (1971). El autor se apoya en los hermanos de mismos padres considerados fríos que no todos desarrollan el trastorno.

Marcan la época actual del autismo los trabajos de Lorna Wing quien tras traducir los trabajos de Hans Asperger, retoma su trabajo introduciendo el término "Síndrome de Asperger" (Wing, 1981). Junto con Gould (1979), desarrollan la primera definición de autismo planteado no solo como un conjunto de síntomas que se pueden asociar a distintos niveles intelectuales y trastornos neurobiológicos, sino como un continuo, que en un 75% de los casos que planteaba Kanner se acompaña de retraso mental, y la existencia de otras patologías con retraso del desarrollo, que sin ser propiamente autistas, presentan sintomatología de este tipo. Corresponde a Wing (1988) la autoría de la tríada que lleva su nombre: trastorno de la reciprocidad social, trastorno de la comunicación verbal y no verbal y ausencia de capacidad simbólica y conducta imaginativa. Para Wing el Síndrome de Asperger no presentaría dificultades en el lenguaje y la comunicación verbal, pero sí en las otras dos áreas. Al plantear de este modo el Síndrome de Asperger plantea el autismo como un continuo con diferentes niveles siendo,sin duda esta autora y sus teorías sobre el continuo autista, de gran influencia en la nueva conceptualización que plantea el DSM 5.

 Es indispensable mencionar los trabajos de Ángel Rivière (1949-2000) quien centro sus investigaciones en distintos enfoques del autismo, las habilidades que utilizan las personas con autismo, alteraciones en las funciones psicológicas, etc. Rivière (2001, p. 39) plantea para el continuo del autismo seis dimensiones con cuatro grados en cada una de ellas, de mayor a menor gravedad de los síntomas, lo que hace que sea más visual el continuo de este espectro.

            Tabla 1. DIMENSIONES DEL CONTINUO AUTISTA. Fuente: Rivière, 2001, p 39.
I. Trastornos cualitativos de la relación social:
- Aislamiento completo. No apego a personas específicas. A veces indiferenciación personas/cosas.
- Impresión de incapacidad de relación, pero vínculo con algunos adultos. No con iguales.
- Relaciones inducidas, externas, infrecuentes y unilaterales con iguales.
- Alguna motivación a la relación con iguales, pero dificultad para establecerla por falta de empatía y de comprensión de sutilezas sociales.

II. Trastornos de las funciones comunicativas:
-Ausencia de comunicación, entendida como "relación intencionada con alguien cerca de algo".
- Actividades de pedir mediante uso instrumental de las personas, pero sin signos.
- Signos de pedir. Sólo hay comunicación para cambiar el mundo físico.
- Empleo de conductas comunicativas de declarar, comentar, etc., que no sólo buscan cambiar el mundo físico. - - Suele haber escasez de declaraciones "internas" y comunicación poco recíproca y empática.

III. Trastornos del lenguaje:
-Mutismo total o funcional (este último con emisiones verbales no comunicativas).
-Lenguaje predominantemente ecolálico o compuesto de palabras sueltas.
- Hay oraciones que implican "creación formal" espontánea, pero no llegan a configurar discurso o conversaciones.
- Lenguaje discursivo. Capacidad de conversar con limitaciones. Alteraciones sutiles de las funciones comunicativas y la prosodia del lenguaje.

IV. Trastornos y limitaciones de la imaginación:
- Ausencia completa de juego simbólico o de cualquier indicio de actividad imaginaria.
- Juegos funcionales elementales, inducidos desde fuera, poco espontáneos y repetitivos.
- Ficciones extrañas, generalmente poco imaginativas y con dificultades para diferenciar ficción-realidad.
- Ficciones complejas, utilizadas como recursos para aislarse. Limitadas en contenidos.

V. Trastornos de la flexibilidad:
- Estereotipias motoras simples (aleteo, balanceo, etc.).
- Rituales simples. Resistencia a cambios nimios. Tendencia a seguir los mismos itinerarios.
- Rituales complejos. Apego excesivo y extraño a ciertos objetos.
- Contenidos limitados y obsesivos de pensamiento. Intereses poco funcionales, no relacionados con el mundo social en sentido amplio, y limitados en su gama.

VI. Trastornos del sentido de la actividad:
-  Predominio masivo de conductas sin propósito (correteos sin meta, ambulación sin sentido, etc.).
- Actividades funcionales muy breves y dirigidas desde fuera. Cuando no se vuelve a (1).
- Conductas autónomas y prolongadas de ciclo largo, cuyo sentido no se comprende bien.
- Logros complejos (por ejemplo, de ciclos escolares), pero que no se integran en la imagen de un "yo proyectado en el futuro". Motivos de logro superficiales, externos y poco flexibles.
           
Como padre de las terapias del autismo, no podemos dejar de mencionar a Ole Ivar Lovaas (1932-2010), básico para los procesos de enseñanza. Aplicando el Análisis de Conducta Aplicada (Método ABA, applied behavior analysis) plantea que a través de la enseñanza apropiada se puede modificar la conducta de estos niños. Basaba parte de su teoría en el conductismo operante de B.F. Skinner y en la utilidad de técnicas cómo aumentar conductas adecuadas a través de refuerzos positivos (una señal de aprobación o una sonrisa) y reducirlas a través de estímulos aversivos o negativos (decir "no" de manera tajante), o el moldeamiento (dividir las conductas en pequeños pasos e ir aproximándose sucesivamente mediante refuerzos de las conductas simples a la conducta final). Si bien cometió fallos, Del Barrio (1989) hizo mención a tres errores: trabajar en un ámbito hospitalario, excluir a los padres de la terapia y ver los resultados obtenidos de manera excesivamente positiva, son indudables los éxitos conseguidos en trastornos de la comunicación, conductas repetitivas y estereotipadas y conductas autodestructivas (Sánchez Aneas, 2017:31).                           

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