Para llegar a entender el autismo como lo
conocemos hoy, es necesario remontarnos años atrás y analizar cómo este
concepto ha ido evolucionando. Desde la Edad Moderna existen referencias
relativas a individuos con síntomas compatibles con un diagnóstico de autismo.
Entre ellas habría que señalar la recogida por Johanes Mathesius (1504-1565) en
las crónicas de Martín Lutero; las relativas a Fray Junípero Serra (1713-1784),
cuyas dificultades sociales y comunicativas parecen apuntar a que él mismo
mostraba rasgos autistas; o el caso del "niño salvaje Victor de
Aveyron" (también en el siglo XVIII), que mostraba deficiencias en las
interacciones y que años después dió lugar a múltiples especulaciones sobre si
podría tratarse de un caso de autismo (HarlanLane, 1976; Uta Frith, 2003). Sin
embargo, no sería hasta 1911 cuando Bleurer acuñase el término autismo, ni hasta
los años cuarenta del siglo XX cuando Kanner (1943) y Asperger (1944) llevasen
a cabo las primeras investigaciones sobre tal trastorno.
Bleurer,
empleó por primera vez el término "autismo" en su artículo
"Dementia precoxoder Gruppeder Schizophrenien" (1911), definiéndolo como
síntoma de la Esquizofrenia o "Schizophrenie" (escisión de la
realidad) y, en este sentido, sustituiría a la "Demencia Precoz" de
Kraepelin (1896). Bleurer planteaba el alejamiento de la realidad externa del
paciente y su aislamiento social y se refería al autismo como una parte de la
esquizofrenia. Etimológicamente el término procede del griego y se crea con
"autos" que significa "sí mismo" e "ismo" que
indica estado o acción. El autor observo dicha sintomatología en un grupo de
pacientes esquizofrénicos, más concretamente, en las psicosis esquizofrénicas,
en los que planteaba dos características principales (Garrabé de Lara, 2012):
el empobrecimiento intelectual (verblodung) y la escisión (spaltung). No
conceptualizó el termino como criterio diagnóstico por estar presente
únicamente en una parte de los pacientes que observaba bajo el mismo
diagnóstico y no en todos los que presentan dicha patología. Por otra parte, al
centrarse en pacientes esquizofrénicos trabajó sobre pacientes adultos, por lo
que se planteaba que el autismo era una patología propia del final de la
adolescencia o la adultez y no una enfermedad de génesis en la infancia o del
neurodesarrollo.
En
1923, Jung a través de los conceptos de introversión y extraversión como
características de la personalidad plantea el autismo como "personas
profundamente introvertidas, orientadas al mundo interior"
(Artigas-Pallares and Paula, 2012). Para este autor el extremo de la
introversión era particularidad de algunas modalidades de esquizofrenia.
Para
trasladarnos a las primeras menciones relevantes que hablan propiamente de este
trastorno del neurodesarrollocomo entidad clínica distinta hay que mencionar a
Kanner (1943) y a Asperger (1944). Ambos autores realizan las primeras
descripciones de niños con autismo sobre unas determinadas características que
aparecen en algunos casos infantiles.El primero de ellos, Leo Kanner,
psiquiatra infantil, plantea una característica básica del trastorno: "la
obsesión por mantener la identidad, expresada por el deseo de vivir en un mundo
estático, donde no son aceptados los cambios" (Artigas-Pallares and Paula,
2012). Kanner (citado por Rivière, 2001) señala tres aspectos que aparecían en
común en todos los niños:
- 1. Dificultad en las
relaciones sociales o aislamiento social." Incapacidad para relacionarse
normalmente con las personas y las situaciones".
- 2. Deficiencias y
alteraciones en la comunicación y el lenguaje. Comunicación atípica.
Destacarían, por ejemplo, las ecolalias (repeticiones de sonidos, palabras o
frases), la literalidad a la hora de comprender al interlocutor o la apariencia
de sordera en algún momento del desarrollo.
- 3. Inflexibilidad,
tendencia e insistencia con las rutinas rígidas y restringidas, conductas
repetitivas. La "insistencia en la invariancia del ambiente".
Hans
Asperger, llegó a las mismas conclusiones en 1944 en su artículo "La
psicopatía autista en la niñez" indica que "El trastorno fundamental
de los autistas es la limitación de sus relaciones sociales" (Asperger,
1944: 77). No obstante, sus trabajos no fueron conocidos fuera de Alemania ni
tenidos en cuenta en los primeros años de desarrollo del término hasta 1981,
año en el que LornaWing, de quien hablaremos más adelante, traduce su obra al
inglés.
Tras
estos autores se tardan aun algunos años en cambiar la hipótesis de trabajo, se
deja de plantear como causa del trastorno la relación con la madre en los
primeros contactos del niño y se modifica la creencia de que se trata de una
alteración de tipo afectivo por una de tipo cognitivo. En el caso de autismo
las investigaciones comienzan a abordar el trastorno no solo desde la
descripción de los casos sino siendo desarrollados los criterios diagnósticos
propios e incorporado a los manuales en torno a los años 80. Recordemos que hasta
los años 50 (Primer Congreso Mundial de Psiquiatría, París, 1950) no se plantea
la necesidad de sistemas de clasificación y manuales diagnósticos donde
enumerar las patologías y sus síntomas. La Organización Mundial de la Salud no
incluye los trastornos mentales en su clasificación hasta 1974 (octava
edición), presentando aun la CIE-9 (1979) las psicosis esquizofrénicas
clasificadas entre "otras psicosis" (Garrabé de Lara, 2012). Por lo
que durante los años 50 y 60 los trabajos sobre el autismo se centran en su
posible vinculación con la esquizofrenia y la interpretación psicodinámica
centrada en el origen afectivo del trastorno, siendo Kanner el mayor defensor
de que ambos trastornos representan cuadros clínicos diferenciados y planteando
el autismo como "alteración autista innata del contacto afectivo".
Las teorías de Kanner(1943) oscilaron entre el innatismo de la enfermedad y las
teorías sobre la relación afectiva con los padres.
Al
respecto de estas últimas, destaca la "Teoría de las Madres Nevera"
de Bruno Bettelheim (1903-1990) quien localiza la causa del autismo en la
frialdad de los progenitores, en madres ausentes y frías, sin ningún tipo de
génesis orgánica. El entorno familiar influía directamente en el trastorno emocional
del niño. No fue el primer autor en atribuir los inicios del autismo a la mala
relación maternofilial, previamente lo habían planteado otros autores como
Erikson (1950). No obstante, estas teorías fueron perdiendo fuerza en la
interpretación del autismo.
Se
pueden diferenciar claramente tres etapas en el estudio del autismo
(Rivière,2001):
- Primera época: 1943-1963. Los inicios
del autismo podrían definir el trastorno como afectivo, de tipo emocional,
causado por una relación paternofilial no adecuada. Son así, los padres, los
que generan el comportamiento deficitario de sus hijos. Si bien estas teorías
imperaron unos años hoy están consideradas como mitos sobre el autismo y sin
base científica subyacente. El tratamiento principal eran las terapias
dinámicas.
- Segunda época: 1963-1983. Inicio de las
asociaciones del autismo con trastornos de índole neurobiológica. Alteraciones
cognitivas pasan a ser las responsables de los déficits en la comunicación y el
lenguaje, la inflexibilidad y las dificultades relacionales. El tratamiento
principal pasa a ser la educación del niño.
- Enfoque actual. Autismo como trastorno
del desarrollo. Avance en los procedimientos para tratarlo, actualmente se
pueden complementar con tratamiento farmacológico útil para paliar cierta
sintomatología.
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