viernes, 18 de abril de 2014

Trastorno de ansiedad generalizada (en niños)

El DSM-IV no reconoce ansiedad generalizada antes de los 18 años, sino ansiedad excesiva. 

La característica principal es la preocupación de los niños: niños excesivamente preocupados, de manera no realista y persistente. Sucede en niños más mayores (a veces preadolescentes y adolescentes), por eso tiene mucha carga de anticipación, evaluación negativa y cognición. Las preocupaciones pueden ser por acontecimientos futuros y sus consecuencias (por lo que va a pasar), por ejemplo: una preocupación exagerada por los exámenes, por un futuro viaje o por las vacaciones, etc.; preocupaciones recurrentes sobre sucesos del pasado (especialmente su conducta en el pasado, errores cometidos, enfermedades, pequeños accidentes que les hayan dejado secuelas...); o preocupaciones excesivas respecto a sus capacidades o logros (en deporte, académicos, por si caerá bien o no, etc).

Los niños que padecen este trastorno se autoevalúan constantemente y se autocastigan por no haber actuado bien antes. Tienen excesiva autoconciencia, se examinan en todo momento (¿estaré bien vestido, bien sentado para no llamar la atención?, ¿si salgo a la pizarra se notará que estoy nervioso?) generando un círculo vicioso que les genera más ansiedad y más preocupaciones. Busca la aceptación de padres, profesores, compañeros, amigos... Tiene miedo a las críticas y comentarios por lo que le suponen. 

Respecto a los síntomas predominantes, son muy variables, pero lo más frecuente son las quejas de sentirse nerviosos, con temblores, tensión muscular, sudoración, mareos, palpitaciones, vértigos y molestias epigástricas, problemas en la conciliación del sueño. Se definen como niños que quedan marcados por acontecimientos novedosos, dicen que no son simpáticos, que son criticados sin motivo aparente (y en realidad no hay razón para que piensen eso, como confirma su entorno). Presentan una necesidad obsesiva por reafirmarse: muestras de que son queridos, aceptados, guapos, simpáticos, de que les va a proteger... 

Tiene dificultad para relajarse y tensión muscular (agitación, inquietud psicomotrices) constante. A veces el niño puede negar su nerviosismo (o porque no tenga habilidades para comentarlo y expresarse adecuadamente o porque sienta vergüenza y piensen que ser nervioso no está bien aceptado socialmente).

Como consecuencia de tanta preocupación son frecuentes las quejas somáticas sin causas físicas reales: vértigos, náuseas, dolores de cabeza y de tripa; y conductas de ansiedad motora como morder uñas, bolígrafos, tocarse mucho el pelo, etc. En el caso de los niños las quejas somaticas recurrentes y la necesidad constante de seguridad son lo más llamativo.

Si no se resuelve bien, es un anticipo para un trastorno de ansiedad generalizada en edad adulta.


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