sábado, 1 de marzo de 2014

Diferencias entre miedo, fobia, ansiedad y pánico en niños

MIEDO:
Es una motivación y una emoción que es normal (todos experimentamos miedo), es adaptativo (ha permitido la perpetuación de la especie) y se da ante situaciones que representan una amenaza o un peligro real. Cuando hay una cierta dosis de miedo y es controlable, incluso puede ser placentero. En los niños pasa lo mismo, ¿quién no ha jugado a asustarse?.

Los miedos en los niños forman parte del desarrollo normal, son típicos de una determinada edad y de caracter transitorio, duran un tiempo determinado y desaparecen. Están relacionados con la etapa evolutiva y no interfieren en la vida cotidiana del niño. La experiencia del miedo, cuando es dosificada, es buena para el aprendizaje de situaciones dificiles y de preparación.

Es equivalente a la ansiedad pero diferente de ésta porque la reacción es menos difusa, ya que ocurre como respuesta a un estímulo concreto (real o imaginario).

ANSIEDAD:
Es una respuesta anticipatoria de alguna amenza (externa o interna), caracterizada por sensaciones afectivas de nerviosismo, tensión, aprensión y alarma, acompañadas de manifestaciones conductuales visibles (por ejemplo: inquietud motora) y cambios fisiológicos asociados a la hiperactivación del Sistema Nervioso Autónomo (taquicardia, sudoración...).

Es vivida por el individuo con gran activación, percepción de temor... en este sentido, también tiene un componente adaptativo; pero suele ser en ocasiones más difusas y tiene un caracter anticipatorio (tanto del objeto temido como de las consecuencias).

La ansiedad es un problema o desadaptativa cuando la anticipación es ante un peligro irreal o cuando resulta paralizante (se predispone para la acción). En algunos casos puede convertirse en algo patológico.

FOBIA:
En la infancia y la adolescencia, la fobia es una forma especial de miedo intenso que no guarda proporción con el peligro real de la situación, no puede ser explicado o razonado (irracional), está fuera del control voluntario y no se puede hacer nada para controlarla, lleva a evitar la situación temida o a escapar de ella, persiste durante un período prolongado de tiempo, es desaptativo y no se asocia a una edad o etapa específica del desarrollo.

Además, en el caso específico de los niños, son miedos atípicos y, por tanto, interfieren con el comportamiento normal del niño; les resulta muy desadaptativo y emplean mucho tiempo para evitarlo. Los miedos fóbicos no suelen desaparecer solos con el tiempo y es muy recomendable que se lleve a los niños a consulta cuando los padres vean que experimentan un gran miedo y, sobre todo, si no hay explicación para ese miedo.

PÁNICO:
Consiste en una reacción súbita y aguda de miedo intenso, con síntomas fisiológicos y cognitivos (interpretación de los fisiológicos). Se supone que el niño y el adolescente temprano no poseen la madurez cognitiva necesaria para experimentar las reacciones de ataque de pánico. No obstante, hoy se conoce no solo que los niños y adolescentes también presentan ataques de pánico, sino que también algunos adultos con trastornos de pánico desarrollaron estos miedos durante la infancia o la adolescencia. 

Entre la sintomatología fisiológica podemos encontrar mareos, desmayos, pérdida de control urinario, parastesias (pérdida de sensibilidad en alguna parte del cuerpo)... Unida a la sintomatología cognitiva: pensar que se va a morir, a volverse loco, no saber donde está, no reconocer a personas u objetos que le rodean aunque sean familiares (desrealización). Todo ello favorece la generalización y la evitación.

En los niños es difícil que aparezcan, como tal, ataques de pánico, pero es relativamente frecuente en los adolescentes (9%) y sobre los 23 años. Muchas veces son transitorios, pero a veces es predictor de una posible agorafobia posterior. En adolescentes suele darse menos el componente cognitivo, lo que nos da un mejor pronóstico. Los ataques de pánico son inpredecibles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario